Nuestros niños.
La historia nos dice que desde que existe la contradicción entre el trabajo y el capital, entre el explotado y el explotador, se buscó para mayor abuso de quien debe ganarse el pan, acentuar la arbitrariedad y ya antes de la revolución industrial, en los tiempos cuando los seres humanos eran propiedad privada del señor feudal, esta, la propiedad, incluía a toda la prole sin excepción y los niños, apenas tuvieran cierta autonomía, se convertían en una “pieza” más de del “aprovechamiento” tanto sea en la producción agrícola como en algún servicio que requiriera o exigiera “el Señor”.
Para nuestro bien, los humanos más allá de defectos solemos tener la virtud de la rebeldía, algo si vamos al caso y en honor a ser sincero tampoco se derrocha, pero no obstante podemos decir que se acumula, a veces como gotas para que en algún momento se vuelva un riacho, otras veces un lago más o menos profundo, tal vez una riada y de cuando en cuando, eso si con esa salvedad, pueda convertirse en un río caudaloso y bravío. Comprenderán con el ejemplo que no sólo es una cuestión de tiempo para que esto suceda sino de ideas, de tesón, y de mucho coraje. Duele decirlo pero el poder siempre oprime para que los valientes sean una minoría con el evidente propósito de que las corrientes de la historia que todo lo transforman se tarden en venir.
Por estos tiempos aún vivimos en un planeta donde la sociedad global esta muy en debe con la justicia social y en principio si nos apuramos a echar un vistazo muy pocas sociedades del planeta puede decir a cabalidad que se ha impuesto la Revolución Francesa de mayo de 1789.
Pasaron más de dos siglos y aún no podemos gritar: “Señores en este mundo impera la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad”. Dos siglos señores y aún los pueblos están en deuda con los más débiles y entre ellos y sobre todo y en particular con los niños.
Es por eso que aunque sea en este alto, en estos días queremos reflexionar juntos para pensar hasta cuando lo mejor de lo que tenemos que son nuestros niños seguirán en un mundo donde se está en mora con ellos.
Por eso desde nuestra cooperativa queremos trasmitir con estas pocas palabras nuestro amor por la vida y porque somos optimistas en el futuro que de alguna forma, al menos verbalizándolo expresar nuestro amor por nuestros niños, los de nuestra patria y los de las patrias del mundo. Y nos despedimos recordando aquello que una vez dijo la Madre Teresa de Calcuta: “Sabemos muy bien que lo que estamos haciendo no es más que una gota en el océano. Pero si esa gota no estuviera allí, al océano le faltaría algo.”
CONSEJO DIRECTIVO DE COOPERATIVA CLUB ANCAP
ENE
2020